La revisión por parte de un ortodoncista cuando el niño cumple los 6 años es la mejor manera de detectar a tiempo problemas. Muchos de estos...
La revisión por parte de un ortodoncista cuando el niño cumple los 6 años es la mejor manera de detectar a tiempo problemas.
Muchos de estos problemas pueden resolverse de un modo sencillo mientras dura la etapa del crecimiento y, que, por el contrario, son difíciles y costosos de resolver en la edad adulta.
Así lo recomiendan las principales asociaciones ortodóncicas del mundo, entre ellas la Asociación Española de Especialistas en Ortodoncia, que preside Juan Carlos Pérez Varela, que explica que «mientras el niño se encuentra en etapa de crecimiento se pueden tratar de forma precoz ciertas maloclusiones de una forma muy sencilla, simplemente con un aparato que removible (que se pone y se quita por las noches) que, en cambio, cuando se trata de un adulto o incluso un adolescente hay que recurrir a la cirugía para solucionarlo».
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Muchos padres ignoran que es recomendable que, en cuanto empiezan a erupcionar los primeros dientes, entre los seis y los ochos meses, llevar al bebé al dentista de cabecera o al odontopediatra para corroborar que el crecimiento es correcto, pero si el dentista de confianza confirma que todo va bien no es hasta los 6 años cuando es necesario que los revise el ortodoncista.
Para contribuir a que los niños tengan una buena salud bucodental a medio plazo, Pérez Varela insiste en la importancia de que se sigan unas sencillas recomendaciones que ayudarán a evitar que ciertos hábitos infantiles desemboquen en una maloclusión en la etapa adulta.
Lactancia materna es beneficiosa
Se ha comprobado que la succión del pezón es el mejor ejercicio para el crecimiento y desarrollo de la boca y según las investigaciones apuntan a que los niños a los que se les ha dado el pecho tienen posteriormente menos maloclusiones que los alimentados con biberón desde el principio, lo que quiere decir que necesitarán menos tratamiento de ortodoncia en un futuro.
En caso de usar biberón hay que procurar que el bebé no lo acabe usando como chupete y no acostumbrarlo a dormir con él.
En caso de que ya hubiese adquirido ese hábito es necesario asegurarse de que solo contiene agua, limpiarle bien la boca después de la toma y nunca mojar el chupete en miel o azúcar para evitar la llamada caries rampante o de biberón.
Hacer un buen uso del chupete
El chupete es un instrumento muy útil, tanto para los niños como para sus padres, y que no produce malformaciones dentales si se abandona antes de los tres años.
Un trabajo publicado en la revista «General Dentistry» ha demostrado que si se deja de usar antes de cumplir los dos o tres años, los perjuicios sobre la dentición son reversibles.
Es verdad que al introducir el chupete y succionar de forma no nutritiva (el objetivo no es ingerir alimento) los dientes centrales inferiores se desvían paulatinamente hacia dentro, mientras que los que se encuentran en el mismo plano, pero en el maxilar superior, tienden a separarse y a sobresalir hacia fuera (dientes de conejo).
Con el tiempo, los caninos (colmillos) chocan entre sí y ambas filas de dientes no se cierran correctamente (mordida abierta).
Además, la acción de succionar pone en funcionamiento una serie de músculos de la cara que, junto con la posición de la lengua, hacen que, finalmente las líneas superiores e inferiores pierdan su paralelismo (mordida cruzada).
Sin embargo, se calcula que para que las malformaciones sean evidentes, es necesario ejercer una presión más o menos constante durante unas seis horas diarias.
El uso permanente del chupete descoloca los dientes pero vuelven a reubicarse unos meses después de interrumpir su utilización.
El motivo es que no llegan a producirse malformaciones de la articulación temporomandibular ni deformaciones óseas significativas que modifiquen la arcada dental definitiva. Hay que prestar atención al tamaño del chupete en relación a la boca del bebé, porque si no es adecuado potenciará que se puedan generar deformaciones.
Es recomendable:
-Emplear el chupete como método para evitar la succión del dedo, que tiene unas secuelas más graves.
-Limitar el uso del chupete a los 18-24 meses de edad, ya que existe una fuerte asociación entre este hábito y la alteración en la posición de la lengua que puede dar lugar a maloclusiones o malas mordidas.
-No utilizarlo para retrasar una comida. Siempre que se deje a tiempo el chupete es, incluso, positivo: además de reducir la incidencia de muerte súbita, el chupete calma la ansiedad y el dolor de los pequeños.
Fuente : abc.es
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